Hay palabras que definen determinadas épocas. Así como en el Renacimiento los anhelos de los hombres eran sintetizados por la palabra CONOCIMIENTO, más adelante, cuando el romanticismo, fue la palabra AMOR la más repetida. Cuando nuestra guerra civil se pronunciaba mucho… CAFÉ, dentro de la frase  “ DALE CAFÉ “ que no era como podría entenderse…ponle un cafelito si te lo pide…sino…cárgatelo.

A fines del siglo veinte la palabra más repetida es LIBERTAD. Y ya puestos, desde hace unos años atrás, no para de oírse, por repetitivo el ” A POR ELLOS OÉ…”, símbolo inequívoco de unidad hacia el gol. Y qué me dicen de la palabra CRISIS…La creíamos extirpada y aparece con mayor elocuencia que nunca. El miedo, el desconocimiento, nos hace a veces evitar pronunciar determinadas palabras que nos dan yuyu. Sí, el que calla otorga, pero también puede decir el interesado…yo no lo he dicho, eh!!

Con toda la palabrería a la que nos han sometido hace poco nuestros próceres (y lo que nos queda), una ha sobresalido fuerte y sólida, al unísono, en boca de gentes de todas las edades y condición: INDIGNADOS. Reclaman los indignados entre los que me encuentro, cuatro pasos necesarios para rebajar el cabreo: reforma electoral, lucha contra la corrupción, separación de los poderes públicos y más control ciudadano de los políticos. Ahondando un poco más:

ELIMINACIÓN DE LOS PRIVILEGIOS DE LA CLASE POLÍTICA: Control estricto del absentismo de los cargos electos en sus respectivos puestos. Sanciones específicas por dejación de funciones. Supresión de los privilegios en el pago de impuestos, los años de cotización y el monto de las pensiones. Equiparación del salario de los representantes electos al salario medio español más las dietas necesarias indispensables para el ejercicio de sus funciones. Eliminación de la inmunidad asociada al cargo. Imprescriptibilidad de los delitos de corrupción.
Publicación obligatoria del patrimonio de todos los cargos públicos. Reducción de los cargos de libre designación.

CONTRA EL DESEMPLEO: Reparto del trabajo fomentando las reducciones de jornada y la conciliación laboral hasta acabar con el desempleo estructural (es decir, hasta que el desempleo descienda por debajo del 5%). Jubilación a los 65 y ningún aumento de la edad de jubilación hasta acabar con el desempleo juvenil. Bonificaciones para aquellas empresas con menos de un 10% de contratación temporal. Seguridad en el empleo: imposibilidad de despidos colectivos o por causas objetivas en las grandes empresas mientras haya beneficios, fiscalización a las grandes empresas para asegurar que no cubren con trabajadores temporales empleos que podrían ser fijos. Restablecimiento del subsidio para todos los parados de larga duración.

 

DERECHO A LA VIVIENDA: Expropiación por el Estado de las viviendas construidas en stock que no se han vendido para colocarlas en el mercado en régimen de alquiler protegido. Ayudas al alquiler para jóvenes y todas aquellas personas de bajos recursos. Que se permita la dación en pago de las viviendas para cancelar las hipotecas. Y otra más, referidas a SERVICIOS PÚBLICOS DE CALIDAD, CONTROL DE LAS ENTIDADES BANCARIAS, FISCALIDAD, LIBERTADES CIUDADANAS Y DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, REDUCCIÓN DEL GASTO MILITAR…etc.

 

Como esto va por barrios, hay indignados con los indignados a quienes consideran pseudomarginales desencantados con una sociedad que pretende obligarles a esforzarse y trabajar para tener una oportunidad. Muchísimos jóvenes y no tan jóvenes de este país hemos tenido la suerte de contar con unos abuelos y padres que lucharon para que tuviéramos derechos, para que tuviéramos una educación, para que pudiéramos ejercer nuestra libertad y para que exigiéramos a nuestros representantes que nos gobernaran con respeto e integridad. Cada vez con más frecuencia oímos a políticos y periodistas hablar a la ciudadanía como si fuéramos unos cabezas huecas a los que se puede manipular como marionetas. A lo mejor pueden hacerlo. Pero por lo menos tenemos derecho al pataleo y a reivindicar lo que creemos que es nuestro, de manera pacífica y sin colores políticos ni sindicalistas. En las movilizaciones hay bomberos, abogados, historiadores, informáticos, músicos, obreros, madres, oficinistas, arquitectos, abuelos… estamos todos. Porque es necesario demostrar a muchos que una parte de la sociedad piensa, algo que no les conviene mucho, ya que cuanto menos pensemos más manipulables seremos. Nuestros padres se molestaron en criar a sus hijos bajo una escala de valores basada en el respeto, la libertad de pensamiento y con la ferviente creencia de que en un país democrático y con la educación adecuada podríamos convertirnos en lo que quisiéramos. Por eso, una sola pretensión: que dejen de tratarnos como borregos y que dejen de insultar a la inteligencia de los ciudadanos. Es el momento del «YA BASTA».Y  por último una reflexión:

 

«Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá, afirmar sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.» AYN RAND (1950)

Que levante la mano quien no se sienta indignado por alguna causa.


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